Friday, July 10, 2009

De Ensayos ñoños o Mar de historias cursis

Recuerdas una tarde cualquiera, a principios de los ochentas. La horrenda música disco está en todos lados. Estás en secundaria, no tienes tarea, y no quieres ver la tele. Ya comiste y quisieras salir. Salir a lo que sea, a ver algo nuevo, a quitarte la claustrofobia, a acariciar perritos callejeros, a ver a quien te encuentras de la escuela, a buscar ajolotes para traerlos en una bolsita de plástico. En suma, a hacer lo que hacía un chamaco de 14 años cuando no había computadoras o Internet en las casas.

De repente, tu mamá dice “Vamos a ir a la Comercial, cuidan al niñoooo. No le abran a nadieeeee”. Tus hermanos dicen “zafo” y ante el prospecto de cuidar al sobrino van desapareciendo unos, y otros se quedan viendo la tele, pero obviamente valiéndoles madre el sobrino. Pero tú eres ñoño, y efectivamente le echas un ojo al sobrino. Hasta lo arrullas si se despierta (eres ñoño y hasta un poco paternalista, aun a los 14). Si se orina o se caga, le cambias el pañal (eeew!).

Una tarde más que no saliste por “cuidar al niño”, pero p’s… es tu primer sobrino. Es la novedad. Hay que tomarle fotos. Una tía pérfida y tan perfeccionista como Bree Van de Kamp (a la cual empiezas a entender ahora que tienes cuarenta y tantos y a quien cada vez más te aterra parecerte) te ha regalado una cámara Kodak chafita, chafita, pero que funciona. Y le tomas fotos al sobrino. Rollos y rollos. ¿De dónde sacabas el dinero para los rollos, los magicubos y el revelado? Ni idea.

Pero hay que celebrar que tienes sobrino, total. No lo haces por algún sacrificio heroico, lo haces porque te da la gana. Y por ñoño. Y encima le armas un álbum de fotos. Su mamá, osease tu hermana escoge de las fotos que tomaste y el álbum queda “para el recuerdo”. Chale ¿puede haber algo más ñoño que eso? Poner las fotos donde el sobrino se embarra de crema, y la de los columpios donde está con sus tías (de quienes todo mundo piensa que son sus hermanas) no es algo que un adolescente típico haría.

Y sobre todo, están las fotos de los cumpleaños, claro. La familia es muy dada a festejar los cumpleaños. Es algo con lo que creciste. De hecho, el primer recuerdo que tienes de tu papá es el de un cumpleaños tuyo, donde te levantó de la cama, te dio un abrazo y muchos besos y una carretita de madera, con una bolsa de celofán amarrada con un listón y llena de chocolates. Ningún chocolate ha vuelto a saber igual a esos que te dio tu papa. Y quedaste marcado. Siempre ibas a esperar tu cumpleaños; y luego aprendiste a celebrar los cumpleaños de los demás. Ñoño y cursi, le cantas las mañanitas a quien esté de festejo, a todo lo que dan tus pulmones.

Pero hoy no. Tu sobrino creció, y cumple 30 años. No sabes por qué, pero no está cómodo con las celebraciones o con los pasteles o con las mañanitas. Tal vez fueron demasiadas o tal vez tiene broncas que resolver como todo mundo, pero te queda muy claro que es igual a cuando alguien no soporta diciembre y sus posadas: a ti te gustarán, pero tratas de no imponer tu fiesta a nadie, ni tu presencia.

Y te pesa la ñoñez y la buena memoria. ¿Por qué uno tiene esa condenada memoria y puede recordar tantas cosas como si hubieran sido ayer? Deseas haber sido más como tu hermano, aquél tío ausente que veía la tele en lugar de echarle un ojo al sobrino, ajeno al compromiso, deliciosamente despreocupado. Vivir en otra ciudad y decir "oh, me gustaría ir, pero el avión, los gastos..."

Pero te friegas, y eres tú. Vives aquí, y encima crees firmemente que es bueno tomar en cuenta los deseos de otros. Eso hacen los ñoños, después de todo. Y es por eso que inventas una excusa elegante para no ir a la reunión que su mamá y tus papás van a hacer este fin de semana para tu sobrino, así como a la fuerza; y declaras el 10 de julio como otro día más en tu agenda. No por venganza, sino para complacer, aunque sea con tu ausencia. Dura es la lección que has aprendido estos días: a veces hay que desvanecerse de la vida de otros para ser un buen ñoño-que-piensa en-los-demás. Por ñoño, y también porque crees en el dicho aquel de que a la fuerza, pues ni los zapatos.

5 comments:

Tigreton said...

A mi tambien me gusta lo ñoño y cursi!. Que maravilla de tio!
buen blog, saludos

翼のおれたエンジェル said...

Hey Pancho, pues sí, es una historia verdadera. Todos los dias aprende uno algo...

Saludines,
Angelin

Hammed said...

yo tenia 6 años y nacio mi primer primo, el cual lloraba y lloraba... recuerdo el "voy al mercado, le echas un ojo al bebe" los tios ya no vivian en la casa, la madre... no se, hasta la fecha no sabemos bien que onda con ella... !!
Tambien cuide al segundo primo, pero solo a veces y al tercero que murio a los pocos meses de nacer, pero entonces ya era yo un niño grande ya tenia como 8 años, para entonces ya empatizaba con mi primer primo teniamos la suerte de los hijos "no desados" o no planeados o producto de un descuido. chance por eso no nos gusta mucho celebrar el dia de nuestro nacimiento...

Al cuarto primo... con el mismo...mmmm ... el mismo origen, hijo del "se tienen que casar". a el tambien lo cuide.Ya tenia yo 12, era un ReExperto para entonces: pañales, botellas con leche de formula, arrullos , juegos para entretenerlos... y la madre? aun nos preguntamos donde estara, creo que ni ella lo sabe. Aun asi la quiero, despues de todo fue casi como mi hermana.

El quinto primo fue el mas tranquilo, no lloraba, solo comia y reia , sereno como un buda... el sexto primo y el ultimo que cuide es mi favorito sin duda, reia y brincaba con alegria.

Por qué los cuidaba si no era mi obligacion?? Pos tampoco estoy muy seguro.

Mi tia-casi-hermana tuvo mucha influencia en mi...me hizo "odiar" muchas cosas... entre esas las mañanitas y los pasteles.


Por primera vez en mi vida llena de inseguridades , me arme de valor y de alegria, para festejar mi nacimiento, tratando de acomodar las cosas para que fueran comodas para mi y mis necedades ideologicas , recordando mis ultimos 15 años de bajo presupuesto, causantes de mis preferencias anticonsumistas, mi vida en esta ciudad llena de basura, llena de filas para entrar, con ganas de evitar ese momento amargoso de escuchar las mañanitas y fingir una sonriza.

Invite a mis amigos, a mis primos y a mis tios a CU, un lugar que nos vuelve iguales , un lugar donde me siento libre, para descontextualizarnos de la familia , para hacernos mas amigos, para reconocernos ... simplemente para estar juntos ,para hacer amigos a los familiares y familiares a los amigos.... esa era la intención

Vinagreta said...

Complacer con tu ausencia... es de las cosas difíciles. Es de las cosas que no enseñan en la escuela.

Saludos y Gracias.

Tessitore di Sogno said...

Angelín,

¿Ya nunca vas a escribir? Extraño tus textos.

Quiero pedirte un favor, a ver si se puede que me recomiendes literatura de autores japoneses en cuyas obras venga impregnadísima la cultura y entorno de su país. Es que estoy con Murakami pero más parece que se la pasa hablando de compositores y ciudades Europeos. En fin, sé que en eso tienes el expertise.

¿Continúas dando cátedra en CU? ¿Sigues con tu niño? ¿Sigues haciendo dos que tres viajes al año por el mundo -me quedé en el de Canadá-?

Muchos abrazos estivales. Tessi.