Sunday, September 30, 2007

Este era yo ¿me recuerdas?

Mis tiempos de prepa fueron tiempos duros, pero que recuerdo con mucho cariño. Ahí estaba yo, saliendo del trabajo y haciendo la tarea a bordo del ruta 100, o a bordo del metro, o donde se pudiera. Corriendo, siempre corriendo para llegar al mugroso CCH (perdón, pero siempre lo odié y todavía lo odio, era malo-malísimo), con el estómago medio vacío o con una torta o lo que fuera en el estómago. Mis compañeros llegaban recien bañados a la escuela y con la tarea hecha con letrecitas bien hechecitas, de molde, como si hubieran pegado lentejuelas, con toda la calma del mundo. Su única preocupación era que fuera a llover y se mojaran jugando en las canchas, mientras yo tenía 20 cosas que hacer además de la escuela. Para ese entonces yo ya no vivía con mis padres: un buen día me había hecho el independiente y el puedelotodo y pues me fui, muy A-la-Bohème, a vivir a un cuartucho de la calle de Allende con mi pareja.

En ese desierto de amistades, Yolanda era un oasis, siempre tenía una palabra de aliento y yo la admiraba. Y cómo no admirarla: una chava huérfana que había logrado colarse a la Facultad de Medicina de la UNAM. En el trabajo, ella me contaba sus penurias y yo le contaba las mías. Trabajamos juntos desde mediados del 1983 y hasta mediados de 1895. Lo último que supe de ella es que se había cambiado de hospital; Fermín, un amigo en común, me dijo que estaba en el Hospital Juárez y yo siempre pensaba: “saliendo del trabajo voy a ir a buscarla”. Creo que esto sería impensable ahora, pero eran tiempos en los que si querías ver a alguien muchas veces lo buscabas personalmente, pues no había celulares ni correo electrónico; los teléfonos de caseta no servían para nada y los que servían tenían tremendas filas.

Y un 19 de septiembre, que nos tiembla la tierra. Para fines prácticos, ese día perdí a mi amiga, pues con la confusión, nadie sabía donde había quedado nadie, además que yo no tenía donde buscarla, como no fuera el lugar donde había estado viviendo en Santo Domingo. La busqué en CU, fui a la facultad de Medicina, pegué letreros, pero todo en vano, era como si ella nunca hubiera existido. Yo sé que esto sonará muy mamón, pero alguien en otro blog decía que le gustaban los temblores, pero que los rucos lo regañaban. Yo simplemente le diría: “digamos que tiembla y no sabes si tu mejor amigo está vivo o en la fosa común.” No saber si alguien falleció es peor porque, al menos para mí, Yolanda estaba en calidad de desaparecida.


Hasta hace unos días. Me puse a teclear sus apellidos en google y ¡milagro! Es ella, todo coincide, los apellidos, el cargo de médico de guardia. La amiga que creí perdida está trabajando en un consultorio médico para empleados del Gobierno del Distrito Federal. Voy a llamarle, voy a buscarla personalmente, como se hacía antes, y voy a abrazarla y a invitarle un café para contarnos que ha sido de nuestras vidas en los últimos 22 años.

Saludines felices
Angelín

Saturday, September 22, 2007






Los Voy a Extrañar

Antes de que esto parezca una nota de suicidio, voy a aclarar que extrañaré a mis alumnos de japonés, a los que ya conozco y a los que ya no conoceré jamás.

Así es, a partir del semestre entrante - y en aras de dedicarle mas tiempo a mi matrimonio - voy a dejar de impartir japonés, lo cual deja un vacío enorme en mi corazón.

Voy a extrañar a mi coordinadora, a los pases de Cine Japonés en la Embajada los miércoles, y como dije antes, muy especialmente a los alumnos -quienes ávidos del conocimiento soportan altas temperaturas y se apiñan en espacios reducidos, hacen planas y planas de kanji y la mayoría son mas respetuosos que en otros idiomas.

Saludines agridulces
Angelín

Sunday, September 02, 2007

Todos Deberíamos ser Como Chus

¿Qué puedo decir después de esta ausencia tan larga y tan misteriosa? Pues nadamás que la verdad, como diría Chus Lampreave en Mujeres al Borde: "Ya me gustaría a mí mentir, pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos". Y no es que sea yo miembro de alguna congregación religiosa, nada mas lejos de la realidad, simplemente he llegado a un momento en que todo se ma ha vuelto más difícil: el Trabajo A es demandante, el Trabajo B es demandante, el esposo es demandante y uno acaba dándole importancia (y tiempo) a cosas que no la tienen y quitándole importancia (y tiempo) a quienes sí la tienen.

Tradicionalmente lo que he hecho es mentirme a mí mismo y decirme que ya vendrán las vacaciones o que seré un poco más libre el fin de semana o que ya tendré tiempo después para abrazar a mi novio por horas o pasarme una tarde entera leyéndome un libro, hacer ejercicio o incluso para postear a gusto, pero he llegado a un momento en que sé que tengo que hacer cambios drásticos para salvar mi relación y dedicarle el tiempo que tengo que dedicarle.

Y no puedo seguirme engañando, las cosas no están bien como están. Esto es muy psycho-blabber, pero una relación se termina si uno no la cuida diario, con atenciones y con tiempo de calidad. Uno debe de procurar no mentirse, verse al espejo y preguntarse: "¿Estás haciendo lo suficiente para cuidar tu relación o te estás mintiendo a tí mismo y a tu pareja?"

Un ejemplo de alguien que decidió no mentirse a sí misma y no postergar lo importante es una mujer que admiro muchísimo. Ante un mal matrimonio que había tratado de salvar sin lograrlo, nuestra heroina un buen día decidió irse, cambiar de ciudad, buscar un nuevotrabajo, vivir junto al mar. Lo último que he sabido de ella es que llegó bien a su destino, que ya había tenido un par de entrevistas de trabajo, que no aguantaba el calor, que estaba empezando desde cero, pero felíz y esperanzada.

Ojalá que todos pudiéramos hacernos un auto-examen de vez en cuando y tomáramos acciones drásticas para cumplir con el objetivo urgente de ser felices, como mi amiga.


Va por tí, Mi querida Cazadora.