Saturday, November 24, 2007

Consultorio Sentimental

El viernes tuve mi última sesión con mi dentista. AL FIN, que alivio, pero que pena también. Sí, leyeron bien: me pesa no necesitar de sus servicios, pues Raúl siempre me recibía con una anécdota sabrosa o con algún chisme buenísimo, o simplemente hablábamos de nuestros puntos políticos y de lo que debería ser el país ideal, o cuando yo era soltero, del novio ideal.

A este punto no sé si los dentistas se hacen buenos conversadores o si los buenos conversadores se hacen dentistas. En algún momento sospeché que tenían una materia seriada Rollo Mareador I, pero que importa, al menos los que han tenido mis dientes a su cuidado han sido tanto buenos dentistas como buenos conversadores, aunque ninguno como Raúl.

Durante los años que lo he conocido puedo decir que le tengo cierta estima y admiración, no solo como profesional, sino como gay voluntarioso y sin correa: su última aventura fué desafiar el frío de la mañana y el chantaje de su novio para ir a posar desnudo en el Zócalo. Ayer me decía lleno de orgullo que había ido al MUCA y casi estaba seguro que había salido en una de las fotografías de la exposición (aunque yo tengo mi punto de vista muy particular del trabajo del fotógrafo gringo muy diferente a la de Raúl, hehehe).

En fin, es ahora mi novio el que estará en manos de Raúl y disfrutará de sus dotes narrativas, del toque de seda que tiene para anestesiar y del chiste en el momento preciso cuando crees que estás pasando por el peor momento de tu existencia.

Saludines con boca sana
Angelín

Friday, November 16, 2007

Maria Rita - Tá perdoado

¡Maria Rita es la neta! Una rola para ponerse de buen humor. Voy a ir corriendo al Messed Up a ver si consigo el disco.
Saludines

Maysa - Ne me quitte pas traduzida

Si no se les hace el ojo acuoso con esta rola es porque no tienen alma. No importa lo que esté haciendo, esta canción me hace llorar automáticamente.
Saludines

Sunday, November 04, 2007

Cancún/Miami Beach
Recientemente estuve con mi novio en esta ciudad híbrida que es como un transplante de gringolandia en territorio nacional; un lugar que yo ya conocía y que pensé que le iba a fascinar y que iba a querer que nos mudáramos allí la próxima semana.
A este punto debo decir que yo no soy exactamente fan de Cancún, pero reconozco que como destino turístico y para estar un fin de semana tiene lo suyo.
Digamos que le gustó, a secas, y que yo me equivoqué al pensar que quedaría extasiado al experimentar la combinación de playa y centro comercial; todo esto sin contar que un amigo suyo vive allá, y como mi misión en la vida es hacer felíz a mi novio me pareció buena idea que fuéramos por la noche a ver a su amigo a una de esas tantas plazas comerciales a tomar el café.
Otra vez casi acierto. El amigo en cuestión es definitivamente buena onda, pero tenía de visita unos amigos suyos que nos presentó con el entusiasmo de alguien que vive en provincia y te dice: "mira, fulanito y sutanito, que también vienen del DF."
Y vaya que los capitalinos somos especiales, primero es una mirada escudriñadora a tus facciones y a tu ropa y luego a tu reloj o a tus alhajas para determinar si eres merecedor del saludo y en qué tono. Luego el protocolo dicta que hay que determinar a qué te dedicas y a qué universidad vas o fuiste, p's para saber si eres gente bien noooo?. De hueva total. Lo chistoso es que ellos distaban mucho de ser lo que querían ser, y yo lo sé muy bien porque de trabajar tanto con fresas podría escribir un Tratado de Fresología.
Sobra decir que no congeniamos con los fresoides aquellos, pues ni mi novio ni yo seguimos su juego mamuco; para empezar no cargamos alhajas, a diferencia de ellos, que iban enjoyados para la ocasión: el mayor de ellos portaba con orgullo una elegante esclava de oro y su muy probablemente inseparable anillo de graduación.
Después de tal encuentro fue necesaria una larga y placentera caminata por el Boulevard Kukulkán para realmente disfrutar de nuestra compañía y conversar un rato y pasarla bien, a solas él y yo, que finalmente era el objetivo del viaje.
Y lo logramos.
Saludines despellejados,
Angelín